Independientemente del ámbito creativo, ya sea la redacción de guiones para televisión o cine, la creación de comerciales o la literatura misma, el escritor o escritora se encuentra, invariablemente, en soledad.
El entorno que rodea y permea el proceso creativo juega un papel esencial. La elección del ambiente adecuado, por supuesto, varía según el tipo de literatura que se esté desarrollando.
Dentro de las expresiones artísticas, el cine se presenta como la manifestación más compleja al incorporar todas las formas de arte en cada fotograma; tal vez, la banda sonora de cada escena ejerce una influencia mágica que a menudo se subestima. Y esto tiene su razón de ser: si algún elemento, ya sea la fotografía, la actuación, etc., destaca más que los demás, es probable que esté fuera de lugar, por no decir que constituye un error en su propio entorno.
En la literatura, al igual que en la vida, todo debe fluir, y cada elemento posee la misma importancia. Cuando se da vida a la literatura, tanto el producto final como los elementos que lo engendraron son cruciales, aunque sea el creador y su obra final quienes se lleven los aplausos.
Personalmente, las bandas sonoras cinematográficas han representado un descubrimiento revelador para enriquecer mi proceso creativo. Reconozco que mi obra literaria no cuenta con el acompañamiento del entorno externo que la música proporciona, y considero importante compartir algunos detalles al respecto.
En el vasto panorama de compositores cinematográficos, destacan dos nombres prominentes: el alemán Hans Zimmer y el inglés Max Richter. Sin embargo, no sorprendería que una tercera figura, la islandesa Hildur Guðnadóttir, la compositora de la banda sonora de "JOKER", también alcance distinción.
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