Hemos tenido la dicha de ser jóvenes en dos siglos diferentes. Náyade, quien en estos mismos instantes duerme a mi lado y a quien tengo la dicha de amar en dos siglos diferentes, cree que la humanidad poco ha cambiado en esta primera década del siglo XXI. Yo no lo creo así. Y no es por menospreciar a Náyade, pero la verdad es que ella no ha inspeccionado este manuscrito detenidamente, tampoco su vida.
Esta es una historia sencilla que ocurre años antes del 31 de diciembre de 1999, así como años después. Esta vaga por ciudades natales, por ciudades y eventos de este mundo, puestas en el camino de nuestras vivencias como fichas de rompecabezas. Y es que puede ser que solo seamos eso, fichas para alguien, aburrido o retado, en darle significado a algo tan salvaje y romántico como este momento, en vida.
Y es que esa vieja regla del tiempo que nos ha atado por generaciones conocidas por el orden de pasado, presente y futuro, ya no lo es para los que vivimos en este siglo XXI. ¿Por qué el futuro no puede ser algo del pasado y el pasado puede que esté por llegar?
Ciertamente, con el arribo del siglo XXI, siendo el vigente y eufórico proceso de la globalización el principal factor en mi opinión, la sociedad, de la que todos somos parte, se ha vuelto una espiral donde nuestras vidas personales son abatidas a diario por todo lo ajeno que siempre ha existido en nuestro mundo, pero hoy es nuevo y peligroso en nuestro andar, haciendo de la meditación, la mentira y la traición parte de nuestra inescapable opresora realidad, tan real en nuestras vidas como las palmas reales.
La verdad es que no ha sido nada fácil agrupar esta historia debido a que mucho antes de saber el nombre de muchas de las cosas que hoy puedo nombrar, ya este relato había comenzado. No me avergüenza decir que en muchos días de mi pasado no sabía escribir; como también el reguero idiomático que hoy existe en mi cabeza entre mi árabe natal, un español que me toca hablar porque amo a Náyade y un inglés que me hace sentir libre.
El mayor reto ha sido, precisamente, traducir todos esos eventos a palabras. Al mismo tiempo en que cuento mi historia, otros cuentan las suyas perdidos en el tiempo. Ellos, los protagonistas de esta historia y mis amigos a fuerzas de este mundo, no son capaces de identificar si sus historias pertenecen al futuro o al pasado, por lo que tratan de contar sus historias en presente; nuestra historia, y palabras sonarán cotidianas, pero lógicamente ya pasaron. Y es que ellos tienen razón, sin importar lo que pasó o lo que está por pasar, todo es.
Pero hoy todo es diferente, como lo que será lo es de lo que fue. Hoy quiero contar historias antes de que sucedan, respetando la voz de cada cual, sus faltas de ortografías…en fin, respetando los baches en su memoria. No sé qué es lo que me explico, cuando avanzada un par de páginas nadie se va a acordar.
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