La primera regla a la hora de contar una historia o de argumentar una
teoría es que el contenido no puede contradecir a su tesis, porque el sentido se pierde en sí mismo, pero más importante aún: la cuestión es no hacerle perder el tiempo a la audiencia, la que sin dudas no está a la búsqueda de algo descabellado.
Pues bien, esto es un ejercicio del que no se desvincula la película: Blonde, conocida en español como Rubia, adaptada de la novela con el mismo título por el director Andrew Dominik. En esta adaptación de Blonde, la historia no deja un plano en su cinematografía sin que no busque la crítica del abuso que muchas actrices sufren en el mundo de Hollywood, en este caso exhibiendo el lado oscuro de la actriz Norma Jeane, conocida por Marlín Monroe, que solo ella pudo haber argumentado.
Sin embargo, ¿no hace esta adaptación de Blonde lo mismo que reprocha con su protagonista Ana de Armas al exponerla de tal forma que la cinta ha sido calificada como NC-17 por el contenido explícito de su figura?
No hay alguna incoherencia en que Blonde amplifique el dilema del abuso sexual, pero no intenta ni por un segundo abordar la solución a su dilema, algo que deja su trama cojeando, cuando se trata de una obra de ficción donde Dominik, quien también escribió el guion, se pudo haber atrevido.
El acierto más contundente de Blonde es que se estrenó a principio de la temporada de Halloween. Sí, las dos horas y tanto de la película no deja de infligir terror psicológico a la audiencia, impresión que, como nota personal, quedó muy bien lograda, muy bien enarcada en mi experiencia en la primera impresión. Obviamente, no habrá una segunda pasada por esta cinta ya que sería un abuso irreversible a mi estado mental.
Para contribuir con su tono desquiciado, la banda sonora de Blonde no puede ser más eclesiástica y fúnebre, mientras que el cambio constante de la relación de aspecto de su fotografía desubica a su propia trama para enfocarnos solamente en el trastorno mental que su madre Gladys Pearl padece, introduciéndonos a la trama y que no cambiará su tono en la puesta en pantalla.
En fin, Blonde es un cuadro impresionista, que no tiene otro trasfondo que el de alertar de la angustia que nos podemos infligir mutuamente.
Y te equivocas Ana de Armas al decir que “Mi cuerpo me pertenece a mí. Marilyn Monroe no tuvo ese lujo”, porque el dilema planteado en BLONDE no discute la propiedad de un cuerpo, mas bien el gesto social de la materia por la carne superior aislada del fango y el mal olor ...
Pero para dejar el luto al que han sumergido a BLONDE, ¿cuándo el asunto ha dejado de ser sexual?
Comentários