Como me hubiera gustado ser mujer para tocar a una mujer como una mujer, como si un libro pudiera hojear al otro libro que están hojeando a su lado para enterarse de su argumento, los mismos que cuando apagan la luz reciben patadas y caen al piso frío resbalando por las sabanas que se calientan.
No es que esté mal ser hombre, pero me aborrece ver cómo los hombres tocan a las mujeres en la pornografía. Más bien me hacen sentir un letrado en mis aventuras en la cama.
No creo que una mujer disfrute ser penetrada por un hombre por minutos, que pasan como siglos, con sus manos apoyadas en la cama como si estuviera taladrando a una pared. Literalmente, toda la pornografía que existe es como si el hombre estuviese con una momia-- socio, que hasta los perros usan sus patas para provocar al sexo con su pareja.
Comenzando por sus guiones y terminando en el analfabetismo de los personajes envueltos, la pornografía de estos tiempos es un degradante del intelecto sexual. Realmente me da mucho más gusto ver las primeras películas filmadas de pornografía, con exceso de ropa, que lo que hoy se difunde. Uno se debería de llamar a capítulo si uno siente la necesidad de acudir a la pornografía.
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